Y sí señores, llegó Sismo Trapisonda: acá les mostramos el backstage de la misteriosa irrupción del primer número en el paisaje urbano platense. Lo que no se ve es el momento de la distribución en sí, ejecutada por un ejército de topos amaestrados que surgieron de las entrañas de la tierra para dejar los cien ejemplares desperdigados por ahí.
Es un buen método, pero primero hubo que averiguar con qué pagarles. Respuesta: con babosas.
Parte de la primera edición.
Una exhortación repetida en cada CD.
La primera hornada, lista.
Jugate conmigo.
Un tutú en la oscuridad.
Uno de estos ítems es basura, el otro no.
Kiosco de diarios y revistas. Apropiadamente.
Monumento a... whatever.
Permiso, señor autista.
¡Alegría, alegría! Ha nacido una estresha.